El pasado 20 de marzo, víspera del Día Mundial del Síndrome de Down, la Fundación Catalana Síndrome de Down (FCSD) organizó la venta de su merchandising. Este año, el vestíbulo de la Torre Mapfre fue el lugar donde la FCSD instaló su puesto. En el stand se exhibían artículos como calcetines, bolígrafos, cuadernos o marcapáginas. Por supuesto, no podían faltar ejemplares de los tres libros de la colección Talentos: Ignorando la SD, de Andy Trias; La Barcelona que te falta, de quien escribe estas líneas, y Un portal a la fantasía, de Bea Ruiz.
El punto de venta estuvo gestionado por Marc Badia, coordinador del servicio de inclusión laboral Colabora, y Laia Vinent, técnica de seguimiento de este servicio. Ambos estaban al cargo de los seis usuarios que atendieron el puesto. Un servidor también estuvo presente como autor de La Barcelona que te falta.
Tareas rotativas
Cada uno de los usuarios participantes en el puesto tenía una tarea asignada, que se iban rotando por turnos. Así, mientras una persona se encargaba de atraer clientes, otra cobraba a quienes habían comprado algún artículo. En este aspecto, Marc Badia y Laia Vinent ayudaban a quienes tenían dificultades para introducir el importe correcto en el datáfono en pagos con tarjeta de crédito o para dar el cambio exacto en las compras en efectivo. Un tercer voluntario llevaba el registro de productos vendidos, siendo los calcetines los más demandados, seguidos de los bolígrafos.

Por mi parte, yo estaba allí para promocionar mi obra. Aprovechaba para abordar a cualquier persona que mirara los artículos del puesto para hacerles saber que soy el autor de uno de los libros expuestos. Les explicaba el contenido y qué podían descubrir en él. Mis argumentos convencieron a algunos curiosos. El éxito fue tal que los ejemplares disponibles en la edición en castellano (eso sí, dedicados y firmados) se agotaron en poco tiempo. De hecho, a la hora de recoger, solo quedaban dos copias en la versión catalana.
Final en las alturas con visibilidad nula
A las 15:00 horas, los representantes de la FCSD dimos por finalizada la jornada de venta de merchandising de la entidad. Antes de abandonar la Torre Mapfre, fuimos invitados por el personal del edificio a subir en el ascensor rápido hasta la planta 39, la más alta.
A pesar de encontrarnos en la cúspide de un coloso de hormigón, vidrio y acero que domina el skyline barcelonés, la visibilidad era nula. La niebla formada por las nubes bajas que cubrían el cielo de la ciudad tapaba las vistas. Apenas se podían distinguir las zonas próximas al edificio, como el Port Olímpic.
En un día soleado habríamos podido divisar Barcelona como si fuera una maqueta a escala. Aun así, me quedo con la experiencia de promocionar mi obra. Pero, sobre todo, con la satisfacción por el éxito de ventas que ha tenido, ya que dos de los ejemplares en la versión castellana los compraron ciudadanos extranjeros.
Esta no es la primera vez que la inclusión llega a la Torre Mapfre, y espero que no sea la última.